Nada escapa a la crisis. El severo recorte presupuestario (un 65 %) que ha sufrido el sector cultural en Canarias en el año 2012, está provocando grandes polémicas. La gran mayoría de eventos culturales que solían organizarse con la tutela institucional se están cancelando, y muchas de las empresas culturales se ven obligadas a modificar sus estrategias empresariales, o simplemente a cerrar. Pero la consecuencia de este recorte que más directamente afecta a los artistas, es el necesario cambio que deberá darse en el perfil de los mismos. Llegan momentos difíciles para aquellos que acostumbran a depender de subvenciones públicas para ponerse manos a la obra; habrá que buscar otras formas de sustento. Quizá algunos buscarán un empleo fijo en cualquier otro ámbito (que les aporte cierta estabilidad o seguridad económica) y se dedicarán al arte en su tiempo libre, y los que quieran seguir haciéndolo a tiempo completo deberán adaptar sus características a la nueva situación y buscarán posibles soluciones al respecto.
Sin embargo, esta crisis supone sin duda una gran oportunidad para los artistas emergentes de llenar las salas institucionales y las galerías con sus obras de bajo presupuesto. Puesto que el número de artistas emergentes es superior al de los consagrados, al mismo tiempo posiblemente se dará la necesidad de hacer un esfuerzo suplementario por parte de las galerías y de la institución para distinguir, entre el cúmulo de ofertas, a aquellos artistas cuyas creaciones realmente tengan calidad. Es probable que sea necesaria una exigente selección, pero también puede que salgan a la luz del panorama cultural canario artistas desconocidos, con características diferentes que los actuales.
La nueva situación podría inducir la aparición de un nuevo perfil de artista, que procuraría ser mucho más activo productivamente y ampliar su espectro de ofertas, a través de distintos formatos, gustos, o de la transdisciplinariedad. Al mismo tiempo, procurará tener una mayor iniciativa a la hora de promocionar su obra, utilizando las herramientas de las que disponga, como la red o los medios, y buscando, tal vez, lugares alternativos a las salas de arte para exponer su obra. Si el artista, en condiciones normales, podríamos decir que se encuentra en la posición de un Freelance, (con poco o ningún respaldo certero, y dependiendo únicamente de sus propias capacidades y habilidades sociales y comerciales), esta nueva situación provocará la necesidad de que agudice su ingenio y sus esfuerzos por promocionarse.
Desde el punto de vista económico, por su parte y de forma individual, los artistas disponen de múltiples estrategias para adaptarse a la nueva y precaria situación. Una de ellas podría ser acomodarse a las características económicas del público actual, a todo ese sector que tiene problemas económicos serios, e intentar que el arte pueda seguir estando a su alcance. Se podría realizar un tipo de arte más popular, planteando el tipo de obras que funcionen en formatos pequeños, y que puedan ser más accesibles económicamente, intentando así de alguna manera democratizar el arte y acercarlo al alcance de todos. Otra opción es la reproducción en serie, muy en consonancia con los tiempos que corren, ya que hace mucho que la obra de arte perdió su “aura” de eterna, única e inmutable. Se podría también apostar por un arte realizado a partir del reciclaje o de materiales de bajo presupuesto; recordemos que la calidad de la obra no está reñida por los medios o el presupuesto que haya detrás de ella, sino por el contenido de la misma, la creatividad y la iniciativa. Otra de las posibles opciones sería buscar la financiación de eventos culturales por parte de empresas de capital privado, ofreciéndoles algún tipo de sinergia a cambio.
Por otra parte, y desde mi punto de vista, en este contexto tiene una especial importancia que el artista adopte un carácter polivalente en lo que se refiere a sus creaciones; adaptarse a las necesidades (tanto formales como conceptuales) que se requieran en cada momento y para cada obra concreta, en este entorno inestable y siempre cambiante. Ahora más que nunca, procuraría desarrollar todo lo posible sus capacidades intelectuales y su espíritu crítico, haciendo una obra de carácter reivindicativo que conecte con su realidad social y temporal y así, tal vez, que tenga cierta repercusión sobre ella; al menos suscitar estímulos intelectuales a esta sociedad adormecida y atontada por la telebasura y la publicidad.
Quizá otra de las decisiones que podrían tomarse por parte de los artistas, sería la de crear una asociación desde la que se pudieran buscar soluciones a los problemas que les afecten a todos, emitir manifiestos o reivindicar mejoras en el ámbito cultural o artístico, y en la que pudieran encontrar el respaldo que necesitan en estos difíciles momentos.
Históricamente, cuando se dan situaciones similares a la que vivimos, muchos artistas deciden emigrar y probar suerte en otra parte; una opción tan respetable como cualquiera. Pero tengamos presente que la actual crisis económica afecta a todo el panorama global, y que emigrar no es la única opción que se nos presenta. Dicen que el hambre agudiza el ingenio, y podemos, debemos, buscar soluciones para que ese tijeretazo en el presupuesto de cultura, no se traduzca en una recorte de calidad en el panorama cultural canario. A grandes males, humildes remedios.
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